Las cesáreas en el parto y el uso de antibióticos en la primera infancia
afectarían al desarrollo de la flora intestinal en los bebés, según
estudios recientes citados por AP.
Las bacterias intestinales no son valoradas lo suficiente. Hacen mucho
más que solo digerir los alimentos: tienen un papel en el sistema
inmunológico. Se cree que el tipo y cantidades de bacterias que tiene
una persona influyen en la obesidad, enfermedades digestivas, e incluso
desórdenes autoinmunes como el asma y las alergias.
Pero se sabe muy poco de cómo es que los bebés desarrollan su juego
único de bacterias, lo que es llamado microbiota intestinal. Los
estudios difundidos el miércoles siguieron de cerca a los bebés hasta su
infancia y concluyeron que los dos o tres primeros años de vida son un
periodo crítico para el incipiente microbioma.
Sin embargo, "¿qué sucede cuando no se cuenta con las bacterias
adecuadas en la edad adecuada durante ese periodo crítico? No tenemos la
respuesta", advirtió el doctor Martin Blaser, de la Universidad de Nueva
York, quien encabezó uno de los estudios.
Valiéndose de análisis mensuales de heces para llevar un registro de los
cambios en las bacterias intestinales, el equipo de Blaser estudió a 43
infantes durante sus dos primeros años de vida, mientras que un equipo
del Hospital General de Massachusetts y el Broad Institute analizó a 39
niños finlandeses durante sus tres primeros años.
El repetido uso de antibióticos en la infancia disminuyó la diversidad
de bacterias que se cree que forman parte de una microbiota saludable,
concluyeron ambos estudios que fueron publicados en el diario Science
Translational Medicine.
Los microbiomas de los niños maduran gradualmente hasta parecerse a los
de los adultos, y Blaser halló que el tratamiento con antibióticos
demoró dicha maduración. El equipo del Hospital General de Massachusetts
también encontró que los antibióticos desestabilizaban las comunidades
bacterianas de los niños y provocaba un aumento temporal en los genes
que pueden hacer que los gérmenes se vuelvan resistentes a los antibióticos.
El niño promedio en Estados Unidos recibe tres tratamientos de
antibióticos antes de cumplir los 2 años, y las autoridades de salud
pública están trabajando para reducir la aplicación innecesaria de
antibióticos; por ejemplo, cuando se recetan para infecciones
respiratorias o de oído sin revisar si el responsable es realmente un
virus, al que los antibióticos no pueden combatir.
En lo referente a los bebés nacidos por cesárea, los investigadores
saben desde hace tiempo que albergan un distinto tipo de flora
intestinal en las primeras etapas respecto a los bebés que estuvieron
expuestos a los gérmenes de la madre en el canal de parto. Los nuevos
estudios detallan cómo los bebés nacidos por cesárea poseen una firma
microbiana en particular, que se caracteriza por los niveles más bajos
de bacterias de la familia Bacteroides, que desempeñan una función en la
inmunidad intestinal. Los antibióticos tienen un efecto incluso mayor en
los jóvenes que no cuentan con esos microbios.
Pero, sorprendentemente, algunos de los bebés finlandeses que nacieron
por parto natural, también carecían de dicha diversidad de Bacteroides,
un caso poco común que el jefe de la unidad de medicina gastrointestinal
del Hospital General de Massachusetts, el doctor Ramnik Xavier, dijo que
resalta lo complejo que será desenmarañar el desarrollo microbiano.
Fuera de ese descubrimiento, la investigación respalda estudios previos
que subrayan a los antibióticos y los partos por cesárea como problemas
potenciales en el desarrollo microbiano. De hecho, los investigadores de
la Universidad de Nueva York han comenzado a estudiar si tomar muestras
de las bacterias del canal de parto de la madre para colocarlas dentro
del bebé que nació por cesárea hace que sus microbiomas sean más
parecidos a los de los bebés que nacieron por parto natural.
Ambos equipos seguirán rastreando a los niños para ver si las
diferencias tempranas en sus microbiomas realmente son importantes en su
salud posterior. Por ahora, Xavier dijo que proveen un nuevo motivo "por
el cual recetar antibióticos innecesarios en los primeros tres años de
vida posiblemente no sea una buena idea".