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Crítica Venecia: "El Paraiso", el esplendor danzante de Margarita Rosa de Francisco

Por Savina Petkova - Cineuropa

 

La nueva película del italiano Enrico MariaArtale, protagonizada por la colombiana Margarita Rosa de Francisco, es unapersonal mirada a una relación maternofilial gravemente defectuosa.

 

Julio César, de cuarenta años (Edoardo Pesce),todavía vive con su madre colombiana (Margarita Rosa de Francisco). Nacido ycriado en un pueblo fuera de Roma, nunca ha visitado Colombia. En este detalle,ya se puede percibir el desplazamiento en el corazón de "El Paraíso",la tercera película del director italiano Enrico Maria Artale. Exactamente hacediez años, su debut, "The After Match", ganó el Premio Opera PrimaPasinetti en la sección Orizzonti del Festival de Venecia, y esta sección estambién donde su obra más reciente, "El Paraíso", se está estrenandocomo parte de la 80 edición del festival italiano.

 

A medida que pasa el tiempo, se hace menosprobable una separación natural para los dos protagonistas. Los conocemos enuna etapa avanzada de sus vidas y con el conocimiento claro de que nada hacambiado durante décadas. No sorprende que entre Julio César y su madre (quepermanece sin nombre en toda la película) se desarrollen dinámicas complejas,no solo porque comparten una pequeña casa y ella interfiere en su tiempo ylibertad. También trabajan juntos para un traficante de drogas local, cuidandode los muleros de cocaína que llegan al país desde Colombia. Una de esas"invitadas" es Inés (Maria Del Rosario), una joven latina que leagrada a Julio. Una escena bastante embarazosa que involucra laxantes ycuidados se convierte en algo parecido a un encuentro romántico en unmovimiento narrativo bastante transgresor.

 

Inés desencadena desacuerdos y celos entre elhijo y su madre casi instantáneamente, y se puede identificar fácilmente latoxicidad que acecha en cada aspecto de esta relación condicionada por elcomplejo de Edipo. Resentimiento, pasividad agresiva, falta de respeto por loslímites: todo está presente, pero de una manera muy comprensible. Artale es undirector preciso que aborda su película con una noción holística de un mundo,una artificialidad creíble. Es obvio que tanto la madre como Julio sonpersonajes de carne y hueso, y su relación defectuosa es una maravilla derealismo. Dicho esto, su mundo es efectivamente una jaula dorada, incluso siviven en los márgenes de la sociedad y carecen de un permiso de residencia. Devez en cuando visitan un bar donde bailan salsa, bachata y merengue: en lasescenas iniciales de la película, los ánimos están elevados y uno podríafácilmente confundirlos con amantes o amigos cercanos.

 

Esa ambivalencia es la fuerza impulsora detrásde la película y se refleja en las conversaciones, las dinámicas vivaces y losdiferentes idiomas hablados, una mezcla de español e italiano. El interesanteconcepto dual de madre-patria se duplica en el contexto de los idiomas y, alpensar en las raíces, no podemos evitar pensar en la familia. Hay una línea muydelgada entre el apoyo y la asfixia, entre el amor incondicional y la manipulación,y cualquiera puede deslizarse fácilmente de uno a otro simplemente porque loslazos son tan fuertes que incluso podrían terminar rompiendo un hueso.

 

© SomosTVLLC-NOTICINE.com / Photo ©: Ascent Film