Somos agua, en gran medida, y sin ella, nuestras neuronas mueren. Por
eso, en esta época de calor conviene recordar la necesidad de que todas
las personas, y especialmente los niños, beban abundante agua a lo largo
del día para hidratarse. Los primeros años de vida son una etapa
inmejorable para afianzar hábitos que perduren en la edad adulta y
contribuyan a reducir los índices de sobrepeso y obesidad, además de
todas sus enfermedades crónicas asociadas, publicó Noticias Argentinas.
Por tal motivo, los expertos destacaron la importancia de comenzar el
día con un vaso de agua, no esperar a que el niño tenga sed, poner
siempre una jarra de agua, facilitar el acceso en la escuela y mirar el
color de la orina como indicador del estado de hidratación.
En la actualidad es frecuente que las plazas no cuenten con bebederos
higiénicos o que en las escuelas las canillas estén en mal estado o en
lugares poco accesibles, circunstancias que impiden que los niños vean
al consumo de agua como un hecho cotidiano, cercano, saludable.
Desde el CESNI remarcaron que la infancia es una etapa "ideal" para
generar y consolidar hábitos acerca de cómo y con qué las personas deben
hidratarse y sostuvieron que mantener un correcto estado de hidratación
"surge más como resultado de un hábito aprendido, que como una conducta
que refleja ante las señales de sed".
"Si nos preguntaran qué nutrientes son importantes para la vida,
recitaríamos una larga lista en la que seguramente se mencione a la
energía, las proteínas, las grasas y algunas vitaminas. Pero es
altamente factible que el agua no sujra entre las primeras opciones",
reconoció el pediatra Esteban Carmuega, director del CESNI.
En ese sentido, Carmuega señaló que "resulta paradójico que el nutriente
que conforma más de la mitad de la masa de nuestro organismo y que es
imprescindible para la vida no sea claramente reconocido como la
principal necesidad de nuestra alimentación".
"Perdemos agua. Por lo tanto deberíamos reponer esa pérdida con agua.
Sin embargo, más de la mitad de nuestra ingesta diaria de líquidos
corresponde a bebidas e infusiones con azúcar. El estudio realizado por
CESNI, denominado HidratAR, demostró que sólo un 20% del volumen de
líquidos ingeridos es agua y que la tendencia a escoger bebidas
azucaradas es mayor en los niños y adolescentes. La ingesta adicional de
azúcar aportada por bebidas e infusiones es de 300 calorías al día",
indicó el especialista.
Una deshidratación del 2% -que en un niño de 8 años puede representar un
balance negativo de medio litro de agua- disminuye las tareas
relacionadas con la atención, la memoria inmediata y su estado de ánimo.
Un estudio reciente sobre indicadores urinarios en población escolar de
Estados Unidos demostró que el 84% de los niños llegaban en estado de
subhidratación a la escuela y que las respuestas cognitivas mejoraban en
los niños que incrementaban su ingesta de agua durante la jornada escolar.
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