En la época en que entran en el kinder, niños y niños conviven en
armonía, pero pocos años después, dicen en Ser Padres, el panorama
cambia y los niños pasan a relacionarse fundamentalmente con los varones
y las niñas también entre sí.
Esta conducta puede atribuirse a la interacción entre la etapa de
desarrollo y la división de roles de género en la sociedad. En estos
años, el sentido de la realidad se afianza con fuerza. Los niños y las
niñas toman plena conciencia de su género y se esfuerzan por
identificarse con él. Son capaces de visualizar su futuro y reconocen
los gustos y comportamientos asignados a hombres y mujeres en nuestra
sociedad.
La intensa identificación con su propio género, el esmero y la práctica
dedicados a adoptar las aficiones y conductas esperadas, van acompañados
de la necesidad de marcar una distinción clara con las aficiones y
conductas del género contrario. La insistencia en afirmarse claramente
como niño o niña ("¡Que nadie se equivoque conmigo!") se refleja en ese
antagonismo, en el desprecio mutuo que prevalece durante estos años.
Los varones se vuelven inquietos, se dedican a deportes y son altamente
competitivos. Además de los juegos de pelota, es común verlos esperando
en fila para saltar escalones o realizando flexiones, midiendo su
capacidad para contener la respiración. Quieren demostrar quién es el
más fuerte, hábil y resistente. Disfrutan corriendo y enfrentándose, sin
importar ensuciarse.
Las niñas, en cambio, son más coquetas y maduras, interesadas en juegos
verbales y calmados donde interpretan roles o imitan a sus artistas
favoritas. Mientras que a los niños les aburren las historias
sentimentales y los chismes, a ellas les preocupa la percepción de los
demás, se interesan por los problemas de la sociedad y el mundo adulto,
y les encanta conversar.
En cuanto a los ídolos, los varones admiran a los futbolistas, mientras
que las niñas se sienten atraídas por cantantes de moda. No es necesario
decir que ambos sexos suelen encontrar aburridos los juegos y
actividades que interesan al género contrario.
¿Cómo abordar esta situación en casa?
Los padres deben entender que hasta cierto punto, es natural que los
niños quieran identificarse con su género y resaltar las diferencias con
el otro. Sin embargo, también deben moderar los excesos de este proceso,
especialmente cuando se observa entre hermanos.
Ante burlas leves, una reprimenda suave y razonada será suficiente,
dejando claro que no se apoyan actitudes sexistas ni contrarias a ellas
(llegará el momento de ponerles nombres a estas actitudes; los niños no
deberían soportar todo solo por ser niños). Ante burlas hirientes,
insultos o agresiones (que pueden manifestarse de diversas formas, como
levantar faldas a las niñas), es necesario una reprimenda firme y no
tolerar ni por omisión.
Es fundamental prevenir estos excesos y la mejor manera es a través de
una educación no sexista. Esto implica no establecer diferencias
indebidas en los juguetes, tareas del hogar y expectativas de
comportamiento para niñas y niños (ellas no deben ser solo dulces y
sumisas, ni a ellos se les debe prohibir llorar).
Un conjunto de sugerencias para abordar esta situación desde el hogar y
reducir el rechazo entre niños y niñas incluye:
Ser un modelo de respeto y equidad en el hogar.
Fomentar la comunicación abierta en la familia.
Cultivar la empatía.
Organizar actividades mixtas para promover interacciones positivas.
Enseñar habilidades para resolver conflictos de manera constructiva.
Estimular la colaboración en proyectos conjuntos para reforzar la
cooperación.
Exponerlos a diversas perspectivas a través de medios y educación en
equidad de género para cultivar su comprensión de la diversidad y
prevenir estereotipos.
Intervenir ante conductas negativas que puedan surgir.
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